La causa dio un nuevo giro. Las víctimas tenían siete meses y tres años. La madre sigue internada.

El martes pasado sus vecinos la habían escuchado gritar: "Los maté, los maté". María José Álvarez estaba parada sobre el techo de su casa de la localidad tucumana de La Cocha y, aunque la policía llegó rápido, no pudieron evitar que saltara al vacío. Pero la mujer sobrevivió y una semana después, se desdijo y acusó a su expareja de haber asesinado a sus dos hijos.
Álvarez se quiso suicidar tras la muerte de Máximo, de siete meses, y Nicole, de tres años. Todavía permanece internada por las heridas y, según sostuvo la defensora oficial de la mujer, permenece en estado de shock. "Nadie sabe la reacción que cualquiera tendría ante la muerte de dos hijitos", manifestó la letrada.

Lo cierto es que aunque en un primer momento se reconoció haber matado a sus hijos, ahora convirtió en su coartada al padre de su hija mayor, Diego Espíndola, y afirmó que fue él quien asfixió a los chicos con una almohada hasta provocarles la muerte. A pesar de la acusación, los investigadores no encontraron ningún elemento que lo comprometa y, al ser indagado, el hombre se despegó de los homicidios.
El único testigo que tiene la causa, que dijo haber visto a un hombre dentro de la vivienda el día del crimen, es un chico de 9 años, sobrino de Álvarez. La estrategia de la defensa es demostrar que Espíndola tenía un móvil para matar: la relación que su exmujer mantenía, al parecer, con otra persona.

En las próximas horas, la madre de las víctimas será sometida a pericias psicológicas y psiquiátricas, por orden del fiscal a cargo de la investigación, Fabio Gramajo.