El Consejo Profesional de Ciencias Económicas (CPCE) de Rosario fue en el día de ayer el epicentro de una grave situación que podría haber resultado mortal 

 

En efecto, eran cerca de las 15.20 hs. del caluroso lunes 9 de enero cuando una reconocida contadora, que además es Abogada, quedó atrapada en el ascensor del lugar, luego de que el elevador dejara de funcionar y se parara abruptamente entre la Planta Baja y el 1º piso.

La Profesional sufrió deshidratación y un golpe de calor a causa de la extrema temperatura que había dentro del hermético receptáculo del ascensor hermético, al punto que casi pierde el conocimiento. La situación se agravó por el hecho de que debió permanecer atrapada allí por más de 20 minutos, puesto que ningún personal del lugar le brindó auxilio alguno.

Atrapado en ascensor
La víctima de este reprochable suceso, golpeó varias veces la puerta del ascensor pidiendo ayuda, sin que nadie le contestase del otro lado de la puerta.

Finalmente, y luego de pasados unos buenos 20 minutos, quien abrió la puerta para que pudiera salir fue un hombre canoso con lentes que hace las veces de portero o de guardia de seguridad del Consejo Profesional de Ciencias Económicas. Pero esta persona se comportó con total indiferencia ante el estado de la profesional, sin siquiera ofrecerle un vaso de agua o preguntarle cómo se encontraba. Esta falta de humanidad no puede ni debe admitirse, bajo ningún punto de vista; sólo se limitó a abrir las puertas, como si se tratara de una tranquera para que salga el ganado.

Por último, cabe destacar que la profesional, pese a su estado de desamparo y desasosiego, se dirigió como pudo a las oficinas administrativas para dar cuenta de lo sucedido, pero grande fue su sorpresa cuando las tres empleadas presentes en el lugar simplemente la escucharon sin proferir palabra alguna -cosa de no involucrarse si algo llegara a pasar-; y una de ellas, de nombre Mony Fernández, trató de minimizar los hechos culpando a los “cortes de luz” y transmitirlo al gerente general, el Dr. Marcelo Marchetti. Quien hasta el momento no se ha contactado ni ha brindado ningùn tipo de explicaciòn por el tràgico suceso.

Recuérdese la trágica muerte de días atrás de una mujer al caer por el hueco del ascensor de un edificio de Córdoba y Laprida, que bien podría haberse repetido en el día de hoy, ya que la víctima tuvo que trepar por sus propios medios hasta la altura desde donde habían abierto la puerta del ascensor y ante la indiferente mirada del masculino, corriendo serio riesgo de posicionarse mal y caer también por el hueco.

Cabe preguntarse si este masculino hubiera actuado de igual modo en el caso de quien estuviera encerrado fuese Onetto. ¿Será que Bonfatti tenía razón al final?

Es triste y desalentador que este tipo de actitudes provengan de individuos graduados en altos estudios, como son los Contadores, con mayor razòn aùn los que ocupan cargos en una Instituciòn como el Cpce, que fuera fundada para proteger y velar por los derechos de sus colega, al par que brindarles servicio. Entiendase, ademàs, que nada de esto es gratuito.

Ya que los Profesionales deben velar por la seguridad de los menos privilegiados, y por ende, dar el ejemplo. Comportamientos asì son de esperar de un choro, pero no de un Profesional. Desalentador es ver a lo que se ha llegado.


Inspección y Revisión técnica

Es urgente, para todos los profesionales, empleados y público en general que concurre diariamente al CPCE, una revisión técnica profunda de los ascensores con que cuenta el edificio de Maipú 1344. El pasado año fueron muchísimas las ocasiones en que la entidad careció del servicio de ascensores; la institución cuenta con 11 pisos, los que debieron ser transitados forzosamente por las escaleras.


No es la primera vez

Al respecto es dable mencionar los numerosos incidentes suscitados en tal sentido en ocasión de la realización de actividades de yoga, con concurrencia de adultos mayores y que se desarrollan en el piso 6, cuando los participantes tenían que subir las escaleras porque los ascensores no funcionaban, y muchos de ellos sufrieron descomposturas, e incluso abandonaron la práctica por este problema de mal funcionamiento de los equipos elevadores, habiendo entre los que abandonaron las clases una mujer embarazada. Y por si esto fuese poco, se sumò que no habìa aire acondicionado en ese piso. Y los ventiladores que se traìan para refrescar las clases hacìan un ruido infernal, por lo que, o se optaba por apagarlos y sufrir el intenso calor, o se pasaba la clase de Yoga sin oìr las indicaciones de la Instructora.