Mientras en 2002 se registraron 8,33 homicidios por cada 100 mil habitantes, en 2016 la cifra subió a 11,27. Es la más alta de Argentina.

En el año 2001 Santa Fe ocupaba el 8º lugar en el listado de tasas de homicidios cada 100 mil habitantes en el país. Y a pesar de que en la actualidad esos índices muestran una tendencia a la baja, en 2016 la provincia encabezó la nómina. Así lo sostiene un trabajo de investigación realizado por los comunicadores Nicolás Lovaisa y Alejandra Escalas para la Maestría en Comunicación Digital Interactiva de la Universidad Nacional de Rosario. Como fuente, los investigadores contaron con datos recabados del Ministerio de Seguridad, la policía santafesina, el Ministerio Público de la Acusación (Fiscalía) y artículos periodísticos.

El objetivo del trabajo, según sus autores, es "aportar información ante la ausencia de estadísticas oficiales respecto a las altas tasas de crímenes violentos y ser el punto de partida para un debate serio y responsable sobre la problemática".

El informe sostiene que la tasa de homicidios en la provincia se ha incrementado desde 2012, cuando por primera vez superó los 10 asesinatos cada 100 mil habitantes, y ya no volvió a cerrar ningún año en una cifra de un dígito.

Déficit de información

Para el ex Ministro de Seguridad de la provincia Leandro Corti (quien cumplió esa función entre diciembre de 2011 y junio de 2012), "un déficit enorme para abordar la solución al problema de los homicidios es el de las estadísticas". Entrevistado por los realizadores de la investigación, sostuvo que "si se quiere lograr un impacto serio en la aplicación de cualquier política pública se necesitan datos para intervenir. Pero en general la información no se construye y además se oculta, porque impacta negativamente en términos políticos. Académicamente hay trabajos, pero parece no haber nexos con los responsables políticos".

Para Corti, el tema "no lo toma la agenda política porque no es un problema de sectores medios o altos". Y explica que "la mayor cantidad de casos ocurren en los márgenes de la ciudad. Pero cuando el crimen irrumpe en los espacios medios y altos adquieren otra visibilidad y se transforma en un problema".

En ese sentido, Corti dijo que "el desafío es desgranar las vías explicativas de los homicidios. Hay una distorsión entre la percepción social y la realidad. Se dice que hay muchos casos en ocasión de robo y la incidencia no alcanza a un 10 por ciento. Otra es que la mayor cantidad de homicidios se da por asuntos intrafamiliares o con conocimiento previo entre víctima y victimario, y eso también es falso. Acá hay un anclaje en el territorio de contienda y disputas de bandas", enfatizó.

Por su parte Máximo Sozzo, director del programa Sociedad y Delito de la Universidad Nacional del Litoral, sostiene que "no se hizo en Santa Fe el trabajo social necesario para tener una respuesta, un argumento, a esos niveles de violencia. El extraordinario proceso de exclusión social y económico que generó la crisis de 2001 marcó un surco persistente hasta el día de hoy, que la recuperación económica no subsanó".

En ese sentido, Sozzo explicó que "en Santa Fe el fenómeno de la violencia empezó a tener rasgos más radicales". Y se preguntó: "¿Cómo podemos debatir sobre un problema si la poca información que el Estado recopila es mala y no se hace pública? Hay una falta de interés de las estructuras en producir datos para un debate público más serio. Eso pasa en Santa Fe y en la Argentina. La política de control del delito no funciona muy bien sin información. Es decir, funciona bien para los actores políticos. Se vende que se hace algo y una parte de la ciudadanía compra, aunque eso luego no produzca resultados en la vida real", insistió.