El zarismo, la revolución bolchevique de 1917 y ocaso del sistema comunista son parte de una historia que no se cerró con Putin tbuscando que el país sea considerado un igual por Occidente.

En 1917, Rusia buscó en una revolución la cura de sus males. Y si bien logró remediar algunos, la historia le tenía reservados otros distintos, que cien años después aún no se resolvieron y son la luz con la que hay que alumbrar ese instante del pasado.

El año en que protagonizó la primera revolución socialista de la historia, Rusia -que hacía tres años venía librando, con resultados cada vez más catastróficos, la Primera Guerra Mundial junto a sus aliados Francia y el Reino Unido- era un enfermo grave que ignoraba su condición.

La autocracia rusa (en ese entonces el único gobierno de régimen personal remanente en Europa) recién había terminado con la Edad Media el 3 de marzo de 1861, con un decreto de emancipación de Alejandro II que llegó tarde y se ahogó en la supremacía de la gran propiedad territorial, agravando aún más la situación de los "mujiks" (campesinos).