Cinco delincuentes los sorprendieron cuando iban a salir de su casa. Les llevaron algunas pertenencias y mil pesos. El auto apareció más tarde

Los delincuentes armados sorprendieron a un joven de 28 años que estaba junto a su novia sacando su vehículo a su vivienda de la zona noroeste de Rosario y, tras maniatar a la joven, les robaron mil pesos, los celulares y huyeron en el Peugeot 206 de la pareja. En medio del robo el joven víctima del atraco forcejeó con uno de los ladrones y le aplicó una patada para que se fuera de la casa, lo que logró aunque a costa de perder el auto que horas después fue hallado en Barra y Pasaje 1818, en barrio Ludueña y a pocas cuadras del lugar del hecho.

Todo ocurrió la noche del martes. Alrededor de las 22.30, Pablo D. estaba por sacar su auto del garaje de su casa, ubicada en la ochava de Matienzo y Urquiza. Subió al vehículo tras abrir el portón de la cochera y entonces fue abordado por cinco personas. "Dos de unos 25 o 30 años y tres pibitos de no más de 15", según le contó ayer a este diario.

Adentro de la casa

Los maleantes lo rodearon y le dijeron: "Gato, dame la plata y el celular". El muchacho les entregó el teléfono y cuando les iba a dar su billetera, en la que no había más de mil pesos, le preguntaron quién estaba en la casa y él contestó que sólo estaba su novia. Entonces le apuntaron con un arma que Pablo cree era una pistola calibre 9 milímetros y se metieron con él en la vivienda.

Una vez adentro comenzaron a pegarle y le pedían "plata, dame plata". Pablo les dijo que no tenía más que lo que les había dado. "El más grande era el que manejaba todo, daba las órdenes y les decía a los demás dónde buscar y qué llevarse", contó Pablo. Y abundó: "Cuando agarraron el televisor me pidieron que los ayudara a bajarlo del empotrado porque estaba en la pared". En el tiempo que estuvieron allí, no más de diez minutos, además del televisor robaron una play station y otras pertenencias.

En la casa se movieron con total tranquilidad. Mientras cuatro de los maleantes recorrían la pequeña casa buscando "cosas", otro se quedó con la novia de Pablo y sin decirle demasiado ni agredirla sólo la maniató con precintos y la dejó tirada en una cama.

La joven, de no más de 25 años, no estaba asustada. "No me decían nada. El que estaba acá me puso los precintos y me dejó en una costado de la cama. Yo escuchaba lo que le decían a Pablo pero no tenía miedo. Solamente quería que se fueran", dijo la chica.

"Cuando por fin se estaban yendo —contó Pablo— el más grande me dijo que querían más plata y que los acompañara al cajero automático. Le dije que bueno, que no tenía problemas en ir. En realidad sólo quería que se fueran", dijo el muchacho que trabaja como técnico en una empresa de servicios.