Los ciudadanos tienen algunas opciones para protegerse ante la ola creciente de delitos callejeros.

 

De  algo  ha  de servir la tecnología para mejorar la sensación de seguridad de los ciudadanos. No es mucho, hay que decirlo, pero existen productos y servicios que pueden ayudar. El más común de los delitos es, de lejos, el robo de teléfonos. La cifra aumenta y hoy Colombia es el país número uno en América Latina. A los colombianos les roban los celulares a razón de casi 6.000 por día. De nada sirvió el costoso control tecnológico implementado por el gobierno y que tuvo como consecuencia el bloqueo de más de 25 millones de teléfonos y los consiguientes dolores de cabeza para los propietarios legítimos, que tuvieron que hacer los engorrosos trámites de desbloqueo.

No se puede evitar con tecnología el robo de celulares, pero se puede rastrear el dispositivo robado, y si el ciudadano tiene suerte, habrá alguien en un CAI de la Policía que le preste atención. Los usuarios de teléfonos con sistema operativo Android pueden localizarlo inmediatamente después del hurto, utilizando la cuenta de Google, que todo usuario de Android tiene. Basta con correr a algún computador cercano y escribir en el buscador de Google “Dónde está mi teléfono”, y un mapa le ayudará a ubicarlo. Desde allí usted puede hacer que el teléfono suene durante unos minutos, aun si está en modo silencio, puede bloquearlo para que nadie más tenga acceso a su información, y también puede borrar la información completamente. Con esta última opción se pierde contacto con el dispositivo.

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Los teléfonos iPhone tienen una aplicación propia llamada Buscar mi iPhone, y desde la cuenta en iCloud, que todo usuario de estos teléfonos tiene, localiza en un mapa el dispositivo (incluye las tabletas iPad, los relojes y los MacBook) y la búsqueda se realiza desde cualquier navegador. Un botón con la palabra “acciones” le permitirá hacerlo sonar, borrarlo o bloquearlo.

Hay aplicaciones como la del antivirus McAfee, que toman una foto de todo aquel que trate de desbloquear su teléfono, sea un ladrón que lo rapó en la carrera Séptima, o su cónyuge que husmea mientras usted duerme. Solo funciona en Android porque en los iPhone los desarrolladores de software no pueden crear este tipo de funcionalidades debido a las restricciones de acceso al corazón del sistema operativo iOS.

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Las casas pueden ser protegidas con productos del internet de las cosas. El operador Claro ofrece un kit de cerraduras digitales que envían al teléfono del usuario videos en tiempo real cada vez que la puerta de la casa fue abierta. Estas cerraduras no utilizan una llave, sino control biométrico o contraseñas, y es muy difícil que un ladrón pueda abrirlas, salvo que opte por un buen hachazo, lo que haría sonar una alarma.

Y existen los dispositivos Movetrack, de Alcatel, que son pequeños, del tamaño de un llavero, y que pueden colocarse en algún lugar del automóvil o bajo el sillín de la bicicleta, y que rastrean el vehículo. Ya hay casos en el país de personas que llegaron acompañadas de agentes de Policía hasta el sitio en donde fue escondida una motocicleta que le robaron horas antes. El sistema funciona. La judicialización de los criminales es lo que no.

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Hay sistemas sofisticados de videovigilancia masiva, instalados por las autoridades en calles y escenarios públicos, para identificar por biometría de rostros a los delincuentes. Con uno de estos erradicaron hace ya muchos años a los famosos hooligans de los estadios europeos. Las cámaras pueden captar las caras de miles de transeúntes a la vez y cotejarlas con una base de datos y con eso impedir que un delincuente ya reseñado acceda a un estadio. TransMilenio en Bogotá implementó cámaras de estas hace dos años, pero olvidaron el pequeño detalle de la base de datos, así que no sirvieron de nada y costó mucho dinero, como acaba de denunciarlo la Fundación Karisma en un reporte sobre el fallido sistema de vigilancia biométrica de la capital colombiana.

La tecnología no hace milagros frente al crimen callejero. El usuario debe estar alerta. No hay una app que ayude al usuario que porta su teléfono en el bolsillo trasero del pantalón y se sube a un bus en hora pico.